México está frente a la elección presidencial más compleja de los últimos años. La sociedad está más polarizada que nunca. El descontento es general, la discusión permanente, la tolerancia mínima y hay una sola cosa en la que todos los mexicanos —sin importar por qué candidato van a votar— parecen estar de acuerdo: no se puede permitir más la ineficacia de su clase política.